Los milagros de nuestra Señora: l’opera di Berceo dedicata alla Vergine

Milagros de Nuestra Senora

Los Milagros de Nuestra Señora è l’opera di Gonzalo de Berceo dedicata alla Vergine più importante della letteratura spagnola.

La figura di Gonzalo de Berceo

Egli è il primo scrittore in lingua castigliana, nato il 1197 a San Millàn de la Cogolla. Fu chierico a Rioja, lavorò presso il Monastero di San Millàn de la Cogolla ed il Monastero di Santo Domingo de Silos come notaio; frequentò inoltre un’università medievale nella città di Palencia. A renderlo celebre sono la traduzione dal latino del vocabolario e la sua opera più importante: I Milagros de Nuestra Señora.

Tutte le sue opere trattano temi religiosi soprattutto legati ai Santi ai quali egli è devoto, come “La Virgen de Santa Oria” e “La Estoria de sennor San Millàn“. La sua poesia è colta nonostante appaia popolare e vi sia la presenza di elementi tradizionali come i 4 versi alessandrini: 14 sillabe divise in 2 metà da una cesura che coincide con la fine della parola e che impedisce così la sinalefe (figura metrica in cui, nel conteggio delle sillabe di un verso, la vocale finale di una parola e quella iniziale della parola successiva sono unificate); nella sua poesia inoltre, la rima è sempre consonante e mai assonante

Los Milagros de Nuestra Señora 

Per l’opera “Milagros de Nuestra Señora”, Gonzalo de Berceo seleziona 49 miracoli dalla fonte latina, ma di questi ne traduce solamente 24 ai quali aggiunge un 25esimo tratto da un’altra fonte non identificata. Si pensa che questo 25esimo miracolo sia stato inventato da Berceo poiché per lui il numero della Vergine era il 5. La maggior parte dei Milagros de Nuestra Señora, ad eccezion fatta per “il Miracolo di Teofilo” (l’ultimo, che si estende per 164 strofe), hanno tutti una struttura narrativa semplice, lineare, in perfetta consonanza con la velocità con cui si sviluppa il racconto. Questi hanno tutti l’intento di esaltare la Vergine per far sì che intervenga informando tutti. Le preghiere si aprono con un breve prologo e successivamente viene localizzato l’evento e viene presentato il protagonista. Ciò che resta impreciso è il tempo narrativo, poiché i Milagros de Nuestra Señora si sviluppano in un mondo temporale genericamente passato; il luogo è sempre ben definito. 

I tre gruppi dei Milagros de Nuestra Señora

Il primo gruppo dei Milagros de Nuestra Señora è quello in cui la Vergine premia o castiga la gente; il miracolo che ne è la prova è la “Casulla de San Ildefonso“. Il secondo gruppo è quello in cui La Vergine perdona e salva dalla condanna i suoi devoti; a testimoniare ciò vi è il miracolo “El sacristàn fornicario“. Infine l’ultimo gruppo dei Milagros de Nuestra Señora è quello in cui i personaggi vivono una crisi personale e la Vergine li aiuta a superare il conflitto; ne è la prova “La badesa preñada“.

La casulla de San Ildefonso

En España cobdicio de luego empezar,
en Toledo la magna, un famado logar,
ca non sé de qual cabo empieze a contar
ca más son que arenas en riba de la mar.

En Toledo la buena, esa villa real
Que yace sobre Tajo, río caudal,
Hubo un arzobispo, clérigo leal,
Que fue de la Gloriosa amigo natural.

Llamábase Ildefonso, lo dice la escritura,
Pastor que a su grey  daba buena pastura;
Hombre de santa vida que tuvo gran cordura.
Por mucho que digamos, su historia lo mestura.

Siempre con la Gloriosa tuvo atenencia,
Nunca varón por dueña tuvo mayor querencia.
En hacerle un servicio ponía toda su vehemencia.
Lo hacía con seso y buena providencia.

Sin contar otros servicios, muchos y muy granados,
Dos están escritos. Son los más señalados:
Hizo un libro de dichos coloreados 
Sobre su virginidad contra tres renegados.

Otro servicio le hizo el leal tonsurado:
Una fiesta en diciembre mediado,
La que caía en marzo, día muy señalado,
Cuando Gabriel vino con el rico mandado.

Cuando Gabriel vino con la mensajería,
Cuando gustosamente dijo: “Ave María”,
Y le dio la nueva de que pariría al Mesías
Quedando tan íntegra como estaba ese día.

Entonces desaparece un tiempo, cosa conocida,
En el que no canta la Iglesia canto de alegría,
En el que no tenía su dignidad tan señalado día.
Si lo pensamos bien, hizo gran cortesía.

Hizo otra gran providencia el amigo leal:
Puso esa fiesta cerca de la navidad.
Plantó buena viña cerca de buen parral:
La madre junto al hijo, algo sin igual.

El tiempo de cuaresma es de aflicción,
Ni se cantan aleluyas, ni se hace procesión.
Todo esto lo consideró el prudente varón.
Tuvo luego por ello honroso galardón.

San Ildefonso, clérigo leal,
Hizo a la Gloriosa fiesta muy principal.
Pocos en Toledo se quedaron en su hostal,
Pocos no fueron a la misa de la catedral.

El Santo arzobispo, un leal tonsurado,
Para decir la misa estaba preparado.
En su preciosa cátedra sentado,
Le llevó la Gloriosa un regalo muy preciado.

Se le apareció la madre del Rey de la Majestad
Con un libro en la mano de muy gran calidad:
El que él había escrito sobre la virginidad.
Le gustó a Ildefonso de toda voluntad.

Le hizo otra gracia como nunca fue oída:
Le dio una casulla sin aguja cosida.
Obra era angélica, no por hombre tejida.
Le dirigió unas palabras, razón buena y cumplida.

Le dijo: “Amigo, debes saber que de ti estoy pagada.
Has defendido mi honra, no de forma simple, sino doblada:
Escribiste sobre mí un buen libro, fui bien alabada;
Me hiciste una nueva festividad que no era acostumbrada.

Para la misa de esta nueva festividad
Te traigo una ofrenda de gran autoridad:
Una casulla con que cantes, preciosa de verdad,
Hoy y en el santo día de Navidad.”

Dichas estas palabras, la madre Gloriosa
Desapareció de sus ojos, no vio ninguna cosa.
Acabó la misa la persona preciosa,
De la madre de Cristo, criada y esposa.

Estar en la cátedra en que tú estás sentado,
Sólo a tu persona es esto condonado;
Vestir esta alba, a ti es otorgado.
Si otro la vistiere, no será bien hallado.

Esta fiesta preciosa, recién contada,
En concilio general fue luego confirmada.
Por muchas iglesias es hecha y celebrada:
Mientras dure el mundo, no será olvidada.

Cuando quiso Cristo, celestial señor,
Falleció San Ildefonso, precioso confesor:
Lo honró la Gloriosa, madre del Creador.
Si dio gran honra al cuerpo, al alma, mucho mayor.

Nombraron arzobispo a un canónigo lozano .
Era muy soberbio y de seso liviano,
Quiso igualar al otro, fue en ello villano.
Por bien no se lo tuvo el pueblo toledano.

Se sentó en la cátedra  de su anteçesor,
Pidió la casulla que le dio el Creador,
Dijo palabras locas el torpe pecador
Que pesaron a la Madre de Dios nuestro señor.

Dijo unas palabras de muy gran liviandad:
“Nunca Ildefonso tuvo que yo mayor dignidad,
Pues estoy consagrado como él en verdad.
Todos somos iguales en la humanidad.”

Si no hubiese Siagrio tan adelante ido,
Si hubiese su lengua un poco retenido,
En la ira del Creador no habría caído.
Sin duda, mal pecado, está perdido.

Mandó a sus ayudantes la casulla traer
Para ir a la misa y la confesión hacer;
Pero no le fue permitido ni tuvo el poder,
Pues lo que Dios no quiere nunca puede ser.

Aunque era amplia la santa vestidura,
A Siagrio se le hizo estrecha sin mesura.
Le apretó la garganta como si fuera una cadena dura.
Fue ahogado por su gran locura.

La Virgen gloriosa, estrella de la mar,
Sabe a sus amigos buen galardón dar:
Bien sabe a los buenos premiar,
A los que la sirven mal, sábelos castigar.

Amigos, a tal madre servirla bien debemos.
Si así lo hacemos, nuestro provecho buscaremos,
Honraremos los cuerpos, las almas salvaremos.
Por un pequeño servicio gran premio obtendremos. 

Analisi del Milagro de Nuestra Señora: “La casulla de San Ildefonso”

In questo tratto de Los Milagros de Nuestra Señora ambientato a Toledo, si narra la storia di San Ildefonso, un arcivescovo molto devoto alla Vergine; ciò viene dimostrato dalle sue azioni. Una di queste è la festa nel giorno in cui l’arcangelo Gabriele annunciò a Maria la sua gravidanza. Per questa notizia ricevuta, la Vergine regalò una casula a San Ildefonso ma, quando quest’ultimo morì, come successore arrivò un arcivescovo presuntuoso che affermò di essere come San Ildefonso, perché “sulla Terra tutti siamo uguali”. Il nuovo arcivescovo pretese la casula dalla Vergine poiché bella esteticamente, ma la Vergine inizialmente non volle cedergliela; alla fine si rese conto che ella è “colei che premia e punisce”, di conseguenza decise di tenere la casula fino a quando il nuovo arcivescovo non fosse morto.

El Sacristàn fornicario

Amigos, si quisiéssedes un poco esperar,
aun otro miraclo vos querría contar,
que por Sancta María dennó Dios demostrar,
de cuya lege quiso con su boca mamar.

Un monge beneíto fue en una mongía,
el logar no lo leo, decir no lo sabría,
querié de corazón bien a Sancta María,
facié a la su statua el enclín cada día.

Facié a la su statua el enclín cada día,
fincava los enojos, dicié: «Ave María»;
el abbat de la casa dio’l la sacristanía,
ca teniélo por cuerdo e quito de follía.

El enemigo malo, de Belzebud vicario,
que siempre fue e éslo de los buenos contrario,
tanto pudió bullir el sotil aversario
que corrompió al monge, fízolo fornicario.

Priso un uso malo el locco peccador,
de noche, quando era echado el prior,
issié por la eglesia fuera del dormitor,
corrié el entorpado a la mala lavor.

Siquier a la exida, siquier a la entrada,
delante del altar li cadié la passada;
el enclín e la Ave teniéla bien usada,
non se li oblidava en ninguna vegada.

Corrié un río bono de la mongía,
aviélo de passar el monge todavía;
do se vinié el loco de complir su follía,
cadió e enfogóse fuera de la freiría.

Quando vino la ora de matines cantar,
non avié sacristano que podiesse sonar:
levantáronse todos, quisque de su logar;
fueron a la eglesia al fraire despertar.

Abrieron la eglesia como mejor sopieron,
buscaron al clavero, trobar no lo podieron;
buscando suso e yuso atanto andidieron,
do yazié enfogado, allá lo enfirieron.

Qué podrié seer esto no lo podién asmar,
si’s murió o’l mataron no lo sabién judgar;
era muy grand la basca e mayor el pesar,
ca cadié en mal precio por esto el logar.

Mientre yazié en vanno el cuerpo en el río,
digamos de la alma en qual pleito se vío:
vinieron de dïablos por ella grand gentío,
por levarla al váratro, de deleit bien vazío.

Mientre que los dïablos la trayén com a pella,
vidiéronla los ángeles, descendieron a ella,
ficieron los dïablos luego muy grand querella,
que suya era quita, que se partiessen d’ella.

Non ovieron los ángeles razón de vozealla,
ca ovo la fin mala e asín sin falla;
tirar no lis podieron valient una agalla,
ovieron a partirse tristes de la vatalla.

Acorrió’l la Gloriosa, reína general,
ca tenién los dïablos mientes a todo mal;
mandólis atender, non osaron fer ál,
moviólis pletesía firme e muy cabdal.

Propuso la Gloriosa palabra colorada,
«Con esta alma, foles, -diz- non avedes nada;
mientre fue en el cuerpo fue mi acomendada,
agora prendrié tuerto por ir desamparada.»

De la otra partida recudió el vozero,
un savidor dïablo, sotil e muy puntero:
«Madre eres de Fijo, alcalde derechero,
que no’l plaze la fuerza nin es end plazentero.

Escripto es que el omne allí do es fallado
o en bien o en mal, por ello es judgado:
si esti tal decreto por ti fuere falssado,
el pleit del Evangelio todo es descuiado.»

«Fablas -diz la Gloriosa- a guis de cosa nescia,
non te riepto, ca eres una cativa bestia;
quando ixió de casa, de mí priso licencia,
el peccado que fizo yo’l daré penitencia.

Serié en fervos fuerza non buena parecencia;
mas apello a Christo, a la su audïencia,
el que es poderoso, pleno de sapiencia,
de la su boca quiero oír esta sentencia.»

El Reï de los Cielos, alcalde savidor,
partió esta contienda, non vidiestes mejor:
mandó tornar la alma al cuerpo el Sennor,
dessent qual mereciesse, recibrié tal onor.

Estava el convento triste e desarrado,
por esti mal exiemplo que lis era uviado;
resuscitó el fraire que era ya passado,
espantáronse todos ca era aguisado.

Fablólis el buen omne, díssolis: «Companneros,
muerto fui e so vivo, d’esto seet bien certeros,
¡Grado a la Gloriosa que salva sos obreros,
que me libró de manos de los malos guerreros!»

Contólis por su lengua toda la ledanía,
qué dizien los dïablos e qué Sancta María;
cómo lo quitó ella de su podestadía,
si por ella non fuesse, serié en negro día.

Rendieron a Dios gracias de buena boluntat,
a la sancta reína, madre de pïadat,
que fizo tal miraclo por su benignidat,
por qui está más firme toda la christiandat.

Confessóse el monge e fizo penitencia,
mejoróse de toda su mala contenencia,
sirvió a la Gloriosa mientre ovo potencia,
finó quando Dios quiso sin mala repindencia,
requiescat in pace cum divina clemencia. 

Muchos tales miraclos e muchos más granados
fizo Sancta María sobre sos aclamados;
non serién los millésimos por nul omne contados,
mas de lo que sopiéremos, seed nuestros pagados. 

Analisi del Milagro: “El Sacristàn Fornicario”. 

Questa è la storia di un sacrestano molto devoto alla Vergine Maria, che però si corruppe a causa della vita libertina che conduceva. Ogni mattina, prima di uscire dal convento, egli si inginocchiava dinanzi alla Vergine. Un giorno, durante il suo percorso, uscì ed inciampò nel fiume (che rappresenta Inferno e Paradiso); ci fu una lotta tra angeli e diavoli, che avevano il compito di giudicare se il sacrestano dovesse vivere o morire. La Vergine decise di salvarlo per la sua devozione; anche se il devoto compì in vita delle azioni cattive, non finì all’Inferno grazie al riconoscimento della devozione da parte della Vergine. Questa chiese a Gesù Cristo di resuscitarlo e di farlo tornare al Monastero, dove il sacrestano promette di confessarsi e di lasciare la vita libertina. 

La abadesa preñada

Señores e amigos, compaña de prestar,
de que Dios se vos quiso traer a est logar,
aún si me quissiéssedes un poco esperar,
en un otro miraclo vos querría fablar.

De un otro miraclo vos querría contar
que fizo la Gloriosa, estrella de la mar;
si oírme quisiéredes, bien podedes jurar
que de mejor bocado non podriedes tastar.

Ennos tiempos derechos que corrié la verdat,
que non dicién por nada los omnes falsedat,
estonz vivién a buenas, vinién a vegedat,
vedién a sus trasnietos en séptima edat.

Facié Dios por los omnes miráculos cutiano,
ca non querié ninguno mentir a su christiano;
avién tiempos derechos ivierno e verano,
semejava el sieglo que todo era plano.

 Si pecavan los omnes, fazién bien penitencia,
perdonávalis luego Dios toda malquerencia;
avién con Jesu Christo toda su atenencia;
quiérovos dar a esto una buena sentencia.

De una abatissa vos quiero fer conseja,
que pecó en buen punto como a mí semeja;
quissiéronli sus dueñas revolver mala ceja,
mas no·l empedecieron valient una erveja.

En esta abadessa yazié mucha bondat,
era de grand recabdo e de grand caridat,
guiava su conviento de toda boluntat,
vivién segund la regla en toda onestat.

Pero la abadesa cadió una vegada,
fizo una locura que es mucho vedada,
pisó por su ventura yerva fuert enconada,
cuando bien se catido fallose embargada.

Fo·l creciendo el vientre encontra las terniellas,
fuéronseli faciendo pecas ennas masiellas,
las unas eran grandes, las otras más poquiellas,
ca ennas primerizas caen estas cosiellas.

Fo de las compañeras la cosa entendida,
non se podié ceclar la flama encendida;
pesava a las unas que era mal caída,
mas placielis sobejo a la otra partida.

Apremiávalas mucho, tenielas encerradas
e non les consintié fer las cosas vedadas;
querrién veerla muerta las locas malfadadas,
cunte a los prelados esto a las vegadas.

Vidieron que non era cosa de encobrir,
si non podrié de todas el dïablo reír;
embïaron al bispo por su carta decir
que non las visitava e devielo padir.

Entendió el obispo enna mesagería
o que avién contienda o fizieron follía;
vino fer su oficio, visitar la mongía,
ovo a entender toda la pletesía.

Dessemos al obispo folgar en su posada,
finque en paz e duerma elli con su mesnada;
digamos nós qué fizo la dueña embargada,
ca savié otro día que serié porfazada.

Cerca de la su cámara do solié albergar
tenié un apartado, un apuesto logar:
era su oratorio en que solié orar,
de la Gloriosa era vocación el altar.

Y ́ tenié la imagen de la sancta Reïgna,
la que fue pora’l mundo salut e medicina;
teniela afeitada de codrada cortina,
ca por todos en cabo Essa fue su madrina.

Savié que otro día serié mal porfazada,
non avié nul’ escusa a la cosa provada;
tomó un buen consejo la bienaventurada,
esto fue maravilla cómo fue acordada.

Entró al oratorio ella sola, señera,
non demandó consigo ninguna compañera;
parose desarrada luego de la primera,
mas Dios e su ventura abriéronli carrera

Devatiose en tierra delante el altar,
cató a la imagen, empeçó de plorar;
«Valme —dixo— Gloriosa, estrella de la mar,
ca non he nul consejo que me pueda prestar.

Madre, bien lo leemos, dizlo la escriptura,
que eres de tal gratia e de tan grant mesura
que qui de voluntad te dice su rencura
Tú luego li acorres en toda su ardura.

Acorrist a Theóphilo, que era desperado,
que de su sangre fizo carta con el Pecado;
por el tu buen consejo fue reconcilïado,
onde todos los omnes te lo tienen a grado.

Tú acorrist, Señora, a la Egiptïana,
que fue pecador mucho ca fue muger liviana;
Señora benedicta, de qui todo bien mana,
dame algún consejo ante de la mañana.

Señora benedicta, non te podí servir,
pero amete siempre laudar e bendezir;
Señora, verdat digo e non cuido mentir,
querría seer muerta si podiesse morir.

Madre del Rey de Gloria, de los cielos Reïgna,
mane de la tu gracia alguna medicina;
libra de mal porfazo una muger mezquina,
esto si Tú quisieres puede seer aína.

Madre, por el amor de tu Fijo querido,
Fijo tan sin embargo, tan dulz e tan complido,
non finque repoyada, esta merced te pido,
ca veo que·m segudan sobre grant apellido.

Si non prendes, Señora, de mí algún consejo,
seo mal aguisada de sallir a concejo;
aquí quiero morir en esti logarejo,
ca si allá salliero ferme an mal trebejo.

Reïgna coronada, templo de castidat,
fuent de misericordia, torre de salvedat,
fes en aquesta cuita alguna pïadat,
en mí non se agote la tu grant pïadat.

Quiero contra tu Fijo dar a Ti por fïanza,
que nunca más no torne en aquesta erranza.
Madre, si fallesziero, fes en mí tal venganza
que tod el mundo fable de la mi malandanza».

Tan afincadamente fizo su oración
que la oyó la Madre plena de bendición;
com qui amodorrida vïo grant visïón,
tal que devié en omne fer edificación.

Traspúsose la dueña con la grant cansedat,
Dios lo obrava todo por la su pïadat;
aparecio·l la Madre del Rey de magestat,
dos ángeles con Ella de muy grand claridat.

Ovo pavor la dueña e fo mal espantada
ca de tal vissïón nunca era usada;
de la grand claridad fo mucho embargada,
pero de la su cuita fo mucho alleviada.

Díssoli la Gloriosa: «Aforzad, abadessa,
bien estades comigo, non vos pongades quessa;
sepades que vos trayo mucho buena promessa,
mejor que non querrié la vuestra prioressa.

Non ayades nul miedo de caer en porfazo,
bien vos ha Dios guardada de caer en es lazo;
bien lis id a osadas a tenerlis el plazo,
non lazrará por esso el vuestro espinazo».

Al sabor del solaz de la Virgo preciosa,
non sintiendo la madre de dolor nulla cosa,
nació la creatura, cosiella muy fermosa;
mandola a dos ángeles prender la Glorïosa.

Díssolis a los ángeles: «A vós ambos castigo:
levad esti niñuelo a fulán mi amigo;
dezidle que·m lo críe, yo assín gelo digo,
ca bien vos creerá; luego seed comigo».

Moviéronse los ángeles a muy grand ligereza,
recabdaron la cosa sin niguna pereza;
plógo·l al ermitaño más que con grand riqueza,
ca de verdad bien era una rica nobleza.

Recudió la parida, fízose santiguada,
dizié: «¡Valme, Gloriosa, Reïna coronada!,
si es esto verdad o si só engañada,
¡Señora beneíta, val a esta errada!».

Palpose con sus manos cuando fo recordada,
por vientre, por costados e por cada ijada;
trobó so vientre llacio, la cinta muy delgada,
como muger que es de tal cosa librada.

No lo podié creer por ninguna manera,
cuidava que fo sueño, non cosa verdadera;
palpose e catose la begada tercera,
fízose de la dubda en cabo bien certera.

Cuand se sintió delivre la preñada mesquina,
fo el saco vacío de la mala farina,
empezó con grand gozo cantar Salve Regina,
que es de los cuitados solaz e medicina.

Plorava de los ojos de muy grand alegría,
dicié laudes preciosas a la Virgo María,
non se temié del bispo nin de su cofradía,
ca terminada era de la fuert malatía.

Plorava de los ojos e facié oraciones,
dicié a la Gloriosa laudes e bendiciones,
dizié: «Laudada seas, Madre, todas sazones,
laudarte deben siempre mugieres e barones.

Era en fiera cuita e en fiera pavura,
caí a los tos piedes, díssite mi ardura,
acorriome, Señora, la tu buena mesura,
deves seer laudada de toda creatura.

Madre, yo sobre todos te devo bendezir,
laudar, magnificar, adorar e servir,
que de tan grand infamia me deñesti guarir
que podrié tod el mundo siempre de mí reír.

Si esta mi nemiga issiesse a concejo,
de todas las mugieres serié riso sobejo;
cuánd grand es e cuánd bono, Madre, el to consejo
no lo asmarié omne ni grand ni poquellejo.

La merced e la gracia que me deñesti fer
no lo savría, Madre, yo a Ti gradecer
nin lo podría, Madre, yo nunca merecer;
mas non cessaré nunca gracias a Ti render».

Bien fincarié la dueña en su contemplación,
laudando la Gloriosa, faziendo oración,
mas vínoli mandado de la congregación
que fuesse a cabillo facer responsïón.

Como en el porfazo non se temié caer,
fo luego a los piedes del obispo seer;
quíso·l besar las manos, ca lo devié fazer,
mas él non gelas quiso a ella ofrecer.

Empezola el bispo luego a increpar
que avié fecha cosa por que devié lazrar
e non devié por nada abadessa estar
nin entre otras monjas non devié abitar:

«Toda monja que face tan grand desonestat,
que non guarda so cuerpo nin tiene castidat,
devié seer echada de la socïedat;
allá por do quisiere faga tal suciedat».

«Señor —díssoli ella—, ¿por qué me maltraedes?
Non só por aventura tal como vós tenedes».
«Dueña —disso el bispo—, porque vós lo neguedes,
non seredes creída, ca a provar seredes».

«Dueña —disso el bispo—, essit vós al ostal,
nós avremos consejo, después faremos ál».
«Señor —disso la dueña—, non decides nul mal:
yo a Dios me comiendo, al que puede e val».

Issió la abadessa fuera del consistorio,
como mandó el bispo fo pora’l diversorio;
fizieron su cabillo la ira e el odio,
amasaron su massa de farina de ordio.

Díssolis el obispo: «Amigas, non podemos
condepnar esta dueña menos que la provemos».
Díssoli el conviento: «De lo que bien savemos,
señor, en otra prueva nós ¿por qué entraremos?».

Díssolis el obispo: «Cuando fuere vencida,
vós seredes más salvas, ella más cofondida;
si non, nuestra sentencia serié mal retraída,
no li puede en cabo prestar nulla guarida».

Envïó de sos clérigos en qui él más fïava
que provassen la cosa de cuál guisa estava;
tolliéronli la saya maguer que li pesava,
falláronla tan seca que tabla semejava.

Non trovaron en ella signo de preñedat,
nin leche nin batuda de nulla malveztat;
dissieron: «Non es esto fuera grand vanidat,
nunca fo lebantada tan fiera falsedat».

Tornaron al obispo, dissiéronli: «Señor,
savet que es culpada de valde la seror;
quiquier que ál vos diga, salva vuestra onor,
dizvos tan grand mentira que non podrié mayor».

Cuidose el obispo que eran decebidos,
que lis avié la dueña dineros prometidos;
dixo: «Doños maliellos, non seredes creídos,
ca otra quilma tiene de yuso los vestidos».

Disso: «Non vos lo quiero tan aína creer,
o sodes bergonçosos o prisiestes aver;
yo quiero esta cosa por mis ojos veer,
si non, qui lo apuso lo deve padecer».

Levantose el bispo ond estava posado,
fo pora l’abadessa sañoso e irado;
fízoli despujar la cogulla sin grado,
provó que·l aponién crimen falsso provado.

Tornose al conviento bravo e muy fellón.
«Dueñas —disso—, fiziestes una grand traïción;
pussiestes la señora en tan mala razón
que es muy despreciada vuestra religïón.

Esta cosa non puede sin justicia passar;
la culpa que quissiestes vós a ella echar,
el Decreto lo manda, en vós deve tornar:
que devedes seer echadas d’est logar».

Vïo la abadessa las dueñas mal judgadas,
que avién a seer de la casa echadas;
sacó apart al bispo bien a quinze passadas,
«Señor —disso—, las dueñas non son mucho culpadas».

Díssoli su facienda por qué era pasada,
por sos graves pecados cómo fo engañada;
cómo la acorrió la Virgo coronada,
si por Ella non fuesse, fuera mal porfazada;

e cómo mandó Ella el niñuelo levar,
cómo al ermitaño gelo mandó criar:
«Señor, si vós quisiéredes, podédeslo provar,
¡por caridat, non pierdan las dueñas el logar!

Más quiero yo señera seer embergonzada
que tanta buena dueña sea desamparada.
Señor, merced vos pido, parcid esta vegada,
por todas a mí sea la penitencia dada».

Espantose el bispo, fo todo demudado;
disso: «Dueña, si esto puede seer provado,
veré don Jesu Christo que es vuestro pagado,
yo mientre fuero vivo, faré vuestro mandado».

Envïó dos calonges luego al ermitaño
provar esto si era o verdat o engaño;
trovaron al bon omne con ábito estraño,
teniendo el niñuelo envuelto en un paño.

Mostrolis el infant rezién nado del día,
disso que lo mandara criar Sancta María;
qui en esto dubdase farié grant bavequía
ca era verdat pura e non vallitanía.

Tornaron al obispo luego con el mandado,
dissiéronli por nuevas lo que avién provado,
«Señor —dissieron—, d’esto seÿ certificado,
si non, farás grand yerro, ganarás grand pecado».

Tóvose enna dueña el bispo por errado,
cadioli a los piedes en el suelo prostrado,
«Dueña —disso—, mercet, ca mucho só errado;
ruégovos que me sea el yerro perdonado».

«Señor —disso la dueña— por Dios e la Gloriosa,
catat vuestra mesura, non fagades tal cosa;
vós sodes omne sancto, yo pecadriz doliosa;
si en ál non tornades, seré de vós sañosa».

La dueña con el bispo avié esta entencia,
mas fináronlo todo en buena abenencia;
jamás ovieron ambos amor e bienquerencia,
encerraron su vida en buena pacïencia

Metió paz el obispo enna congregación,
amató la contienda e la dissenssïón;
cuand quiso despedirse, diolis su bendición,
fo bona pora todos essa vissitación.

Embïó sus saludes al sancto ermitaño,
como a buen amigo, a cuempadre fontano,
que crïasse el niño hasta’l seteno año,
desend él pensarié de ferlo buen christiano.

Cuando vino el término, los siet años passados,
envïó de sos clérigos dos de los más onrados
que trasquiessen el niño del mont a los poblados;
recabdáronlo ellos como bien castigados.

Adussieron el niño en el yermo criado,
de los días que era era bien enseñado;
plógoli al obispo, fo ende muy pagado,
mando·l poner a letras con maestro letrado.

Issió mucho bon omne, en todo mesurado,
parecié bien que fuera de bon amo crïado;
era el pueblo todo d’elli mucho pagado,
cuando murió el bispo, diéronli el bispado.

Guïolo la Gloriosa que lo dio a criar,
savié su obispado con Dios bien governar,
guiava bien las almas como devié guiar,
sabié en todas las cosas mesura bien catar.

Amávanlo los pueblos e las sus clerezías,
amávanlo calonges e todas las mongías;
todos, por ond estavan, rogavan por sos días,
fuera algunos foles que amavan follías.

Cuando vino el término que ovo de finar,
no lo dessó su ama luengamiente lazrar;
levolo a la Gloria, a seguro logar
do ladrón nin merino nunca puede entrar.

A la Virgo gloriosa todos gracias rendamos,
de qui tantos miraclos leemos e provamos;
Ella nos dé su gracia que servirla podamos,
e nos guíe fer cosas por ond salvos seamos.

(Amén)

Analisi del Milagro: “La abadesa preñada

In questa parte de Los Milagros de Nuestra Señora si narra la storia di una badessa incinta che chiese aiuto alla Vergine Maria, che apparve e le fece vedere la figura di un bambino sano, figlio di un buon uomo. La badessa riferì al vescovo di voler verificare se realmente fosse incinta o meno, facendolo così arrabbiare poiché egli credeva che la badessa gli avesse mentito; così non fu, perché quest’ultima mostrò al vescovo il miracolo creato dalla Vergine. Il vescovo, per accertarsi che il bambino fosse figlio di un buon uomo, decise di rivederlo solo dopo che fossero trascorsi 7 anni. Passato il tempo stabilito, il vescovo ritornò e trovò il ragazzo cresciuto bene; alla sua morte gli cedette il vescovato. 

Scopo finale dei Milagros de Nuestra Señora

Lo scopo dell’opera “Los Milagros de Nuestra Señora” di Gonzalo de Berceo è quella di far comprendere  a tutti  che la fede nella vita è importante; come dimostrato in questi tre Milagros, la Vergine e Gesù Cristo sono gli unici in grado di decidere per noi e per il nostro futuro. 

Fonte immagine: Wikipedia

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